En su discurso de toma de
posesión, Abinader explicó que la reducción de la economía global significará
intercambios comerciales inferiores entre los países, con posteriores
consecuencias que afectarán la producción, el empleo y el consumo interno.
«La crisis y sus efectos nos
traen muchos meses de sacrificio y disciplina, pero siempre conservando la
esperanza en un porvenir mejor. Por ello, la prioridad es la de crear las
condiciones para recuperar la producción y el empleo utilizando todos los
mecanismos que estén a nuestro alcance para lograr dicho objetivo», acotó.
Señaló además que las
prohibiciones y el temor a viajar reducen el número de turistas en nuestra
isla; cierran pequeñas y medianas empresas, se pierden empleos y se consumen
ahorros sin que nadie sea capaz de predecir el impacto ni el fin de la
pesadilla.
Puntualizó que la crisis del
COVID-19 amenaza con tensionar al máximo las políticas fiscales y obliga a un
manejo adecuado del gasto público para paliar los daños que ya sufren los
sectores generadores de divisas.
«Y todo esto se desencadena en un
contexto en el que los niveles de deuda pública —incluso antes de la pandemia—
habían llegado ya a los límites de la imprudencia. La deuda consolidada de todo
el Estado fue duplicada en la última década, y solo esta semana el déficit ha
crecido en 25.600 millones de pesos».
Luis Abinader afirmó que en el pasado
gobierno no hubo un aumento del bienestar de los ciudadanos, sin embargo, si se registró un aumento de la
deuda y del déficit. «Este es el escenario al que nos enfrentamos. Este es el
balance que nos hemos encontrado. Un balance que estamos firmemente
comprometidos a revertir».
Prometió mejorar la calidad del
gasto y eliminar dispendios y corrupción que, afirma, durante años solo han aumentado el déficit y
consecuentemente la deuda pública sin mejorar la calidad de vida de los
dominicanos. «Que no pierdan su tiempo los auspiciadores de la malversación.
Nada ni nadie nos hará variar este compromiso».
El recién juramentado nuevo
Presidente de la República Dominicana garantizó la creación de un clima
favorable a la inversión, respetando la seguridad jurídica, la trasparencia y
la celeridad en los procesos de contratación.
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