La crisis del petróleo de los setenta es el último 'shock' de oferta que se recuerda

La escasez de petróleo en la decáda de los 70 en Estados Unidos dejó escenas insospechadas, como mulas tirando de furgonetas. Alamy


  • Wall Street se hundió un 50% tras la escalada del crudo desde 1973


El actual incremento del coste de la energía, principalmente por la escalada del gas, que ha arrastrado al petróleo y otras materias primas, los conocidos como cuellos de botella en las cadenas de suministro de las industrias, con la escasez de chips como principal problema en la oferta productiva global y con el sector del automóvil como uno de los más dañados, y la aceleración de la inflación en los últimas meses son consecuencias de la pandemia de coronavirus que están evidenciando que la economía global no dispone de un botón para reiniciarse automáticamente, como hubiera sido el ideal tras la hibernación de la actividad para contener la histórica crisis sanitaria de 2020.

La tensión que muestran estos tres factores responden a un shock de oferta muy diferente al golpe que recibió la demanda en la Gran Crisis Financiera que se originó en 2008 y viene derivada de la rápida recuperación -en V, en muchos aspectos, y en K, con ganadores y perdedores en otros- de la recesión del Covid por sus particularidades, como el exceso de ahorro que acumularon las familias durante los confinamientos o como la extraordinaria respuesta de las instituciones monetarias y fiscales, con amplios programas de estímulos como las compras de deuda de emergencia del Banco Central Europeo (BCE), del fondo Next Generation de la Comisión Europea o el esfuerzo presupuestario para proteger el empleo, solo en la eurozona, con réplicas similares en Estados Unidos y en la mayoría de países desarrollados.

La última crisis de oferta que podría llegar a ser comparable con la actual es la del petróleo de la década de los 70. Y rescatar sus secuelas de la historiografía aterran al mercado: Wall Street llegó a hundirse un 50% desde el máximo que registró el S&P 500, el índice de referencia, el 11 de enero de 1973, hasta el suelo del 4 de octubre de 1974; el crudo se disparó, la inflación rebasó la línea de la hiperinflación con picos del 14% en 1980.




La evolución actual de la inflación general está todavía muy lejos de la subida del IPC en Estados Unidos y en la mayoría de los países occidentales durante la crisis del petróleo, que tuvo su origen en un grave conflicto geopolítico: comenzó el 16 de octubre de 1973, a raíz de la decisión de la OPEP (Organización de países árabes exportadores de petróleo) de no exportar más petróleo a los países que habían apoyado a Israel durante la guerra de Yom Kipur (llamada así por la fecha conmemorativa judía), que enfrentaba a Israel con Siria y Egipto.

En esta ocasión, con la llegada de la vacunación, la recuperación económica ha sido efectivamente fuerte y, poco a poco, el mundo va volviendo a la normalidad. Así, la situación en el mercado energético y en otros sectores como el de los chips o el transporte ha generado un desequilibrio importante, debido a un fuerte aumento de la demanda que la oferta no está siendo capaz de satisfacer.

Para el petróleo la clave es lo que está ocurriendo con el gas natural, que también ha aumentado la tensión geopolítica, con Rusia recuperando un papel protagonista en el mundo y China acumulando reservas de esta y otras materias para prevenir los riesgos que afronta su industria. El precio de este recurso básico se ha disparado en los últimos meses, mucho más que el del crudo (en lo que va de año el precio del gas natural de referencia en Europa sube más de un 400%).

Esto, sin embargo, se está empezando a trasladar al precio del barril, que recibe cada vez más demanda como sustituto. Los futuros que cotizan sobre el crudo Brent repuntan un 65% desde los mínimos de la pandemia de coronavirus, en abril, cuando llegaron a entrar en terreno negativo.

Crisis energética

Y el coste de la energía en conjunto (petróleo, sobre todo el gas, carbón, generación verde, hidroeléctrica o nuclear) en porcentaje sobre la actividad económica global alcanza máximos de la Gran Crisis Financiera de 2008 -cerca del 9%- y apunta a máximos de la crisis del petróleo de la década de los 70 -en el 10%, según calcula Citi en un informe reciente-. Exactamente "se encuentra casi cuatro puntos por encima de lo normal", observa el equipo de analistas de la firma de inversión del banco norteamericano, en referencia a la media de las últimas décadas (ver gráfico).

El guion de la crisis energética se ha desarrollado a lo largo de varios episodios. En un primer momento, la escasez de energía en China se debió? a la elevada carga de electricidad que se produce en verano y a la limitación del suministro de carbón nacional, impulsando las importaciones y drenando los mercados energéticos mundiales.

Luego, el almacenamiento de gas natural en Europa se mantuvo deficitario, con las importaciones de gas procedentes del extranjero y en particular de Rusia por debajo de los niveles habituales. Esto alimentó? temores a un posible desabastecimiento en el próximo invierno con el repunte del consumo en calefacción, provocando un despegue brutal de los precios. Más recientemente, los países productores de petróleo parecen estar aprovechando su pasajero poder de acción sobre el mercado, manteniendo una lenta senda de reducción de la oferta y alimentando la subida de los precios. "Esta feroz dinámica de mercado parece ser característica del habitual burbujeo que se forma en torno a los picos de ciclo. Los precios deberían enfriarse a finales de este año, puesto que los mecanismos de autorreparación del mercado se han activado", opina Yves Bonzon, estratega de Julius Baer.

China y Rusia, protagonistas

"Vemos los precios actuales del petróleo como un reflejo de la política de la OPEP y sus socios de ceñirse a los aumentos de la oferta existente y de la subida del gas como consecuencia de la acumulación de China, lo que, sin duda, representa un viento en contra real para la economía mundial", continúan los expertos de Citi. "Por supuesto, ya hay fuertes signos de impacto en la demanda, con partes de la industria asiática obligadas a recortar la producción y también en Europa", añaden.

Los analistas de BofA destacan en otro informe que "los precios de la energía también crean riesgos a la baja para el crecimiento y la inflación". Además, en su opinión, "aunque se habla mucho del consumidor, las empresas pueden sufrir bastante: solo la reciente subida del precio del gas natural podría reducir los beneficios operativos un 1,5% este año y un 2,4% el próximo". También inciden en que "una recuperación en forma de K podría someter a los grupos de renta más baja con menos ahorros a una presión especial si no hay respuesta política".

"Actualmente, la crisis energética se está desarrollando día a día, y los efectos negativos sobre el PIB para el segundo semestre de 2021 ya serán importantes. ¿La situación empeorará aún más durante el invierno? La respuesta corta es sí", insisten en Nordea.

¿Pico temporal?

Unos análisis que implican inflación sin crecimiento, la temida estanflación. Uno de los peores escenarios en los que puede adentrase la economía global se debate actualmente, con la sombra de la crisis de petróleo como hito en el que nadie en el mercado quiere pensar. "Es probable que sigamos viendo esta inflación elevada y probablemente hasta bien entrado 2022", incide Nicole Webb, vicepresidenta de Wealth Enhancement Group.

Esta opinión se va extendiendo, y es una postura que espera que la Fed comience reducir los estímulo monetarios desde el próximo mes y que estudie las subidas de tipos de interés oficiales antes de lo esperado. Una senda que seguiría después del BCE, y que caminarán el resto de instituciones monetarias.

Desde dentro de la misma Fed, el presidente del Banco de Saint Louis, James Bullard, apuntó esta misma semana que hay un 50% de posibilidades de que persistan las presiones sobre los precios, coincidiendo con otras voces de peso del organismo estadounidense.

"Durante años, en Occidente hemos venido impulsando el crecimiento económico estimulando la demanda, y ahora nos encontramos con un problema de oferta. Paradojas de la vida", reflexiona el equipo de analistas de Portocolom AV. "La ausencia de inversiones en determinados sectores y por muy diferentes motivos en los últimos años está derivando en importantes restricciones y cuellos de botella por el lado de la oferta", continúa, y remata: "Muchos han tenido que desempolvar los libros de macroeconomía para comprobar la inelasticidad a corto plazo de la oferta (ante subidas de precios, la cantidad de oferta no se ve incrementada) en ciertos sectores. Y ante este problema poco pueden hacer los bancos centrales. Es más, para frenar la inflación exigiría medidas de política monetaria totalmente contrarias a las vistas en la última década.

"Un cambio de escenario a nivel global, que igual pone fin (al menos temporalmente) a la complacencia que hemos venido disfrutando en los últimos meses", concluyen en Portocolom AV.

"Una prolongación del pico de inflación en curso podría aumentar los riesgos de más efectos secundarios que conviertan el shock de precios en un cambio ascendente en el régimen de inflación", alerta Gilles Moëc, economista jefe de AXA IM. "Por el contrario, incluso si el shock inflacionario tarda más en desaparecer, a pesar de todo el malestar que provocaría en los bancos centrales, no significaría necesariamente un cambio al alza adecuado en el régimen inflacionario. Para que esto suceda, los salarios deben responder al impacto", finaliza Moëc.



















Fuente: eleconomista.es

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