Enfoque
Por Felipe Román
Amable lector, el 14 de diciembre de 1990, la Asamblea General de las Naciones Unidas, por medio de la resolución A/RES 45/106, designó el 1 de octubre Día Internacional del Adulto Mayor. La vejez como tal, etapa de la vida que inicia a partir de los 60 Años, no es una enfermedad, pero aun siendo así se podría tener síntomas, no físicos, sino afectivos en muchos adultos mayores, como por ejemplo, pérdida del entusiasmo por asistir al trabajo, apatía por casi todo lo cotidiano, dificultad de concentración que puede afectar la memoria por el déficit de atención, y llevar a errores diagnósticos de demencia incipiente en un adulto mayor que en realidad está normal.
Aprovecharemos este momento para reseñar una situación extraña y contradictoria: Existen jóvenes que se comportan en la mayoría de sus actividades cotidianas como viejos y, por el contrario, viejos que se comportan como si fuesen jóvenes, conservando el vigor y su vitalidad, así como el entusiasmo por cosas que hacen y otras planificadas. La vitalidad nos permite sentirnos optimistas aunque estemos pasando por situaciones adversas verdaderamente dramáticas, como lo hace el excelente actor Roberto Benigni en la hermosa y sublime película, escrita, dirigida y protagonizada por él, titulada “La vida es bella”.
La vitalidad también nos hace sentir como interpretó de manera magistral en 1968, el inigualable Lowis Armstrong, en medio de una época de odio racial, la canción “What a Wonderful World”, escrita por Bob Thiele y George Wells, expresando Armstrong con profundo sentimiento que nuestro mundo es maravilloso.
Es necesario reiterar que los adultos mayores con vitalidad no pierden su entusiasmo por las cosas cotidianas, y tampoco tiempo pensando en la cercanía de la muerte (así era la conducta del padre de quien esto escribe, y murió hace poco tiempo, completamente lúcido, con buen estado de ánimo y cerca de cumplir 97 años de edad).
Todo lo anterior nos permite comprender la maravillosa enseñanza del ilustre sabio español, Santiago Ramón y Cajal, quien nos recomienda que lo ideal cuando llegue la muerte es que nos encuentre trabajando. Y quien esto escribe agrega que nos encuentre vivos, debido a que muchas personas lo están biológicamente, pero afectivamente tienen mucho tiempo que ya han muerto. Y peor aún, continúan transmitiendo su pesimismo y melancolía a quienes les rodean.
Veamos las sabias palabras de Don Santiago Ramón y Cajal, tomadas de su libro titulado La psicología de los artistas: "Lo más triste de la vejez es carecer de mañana. Debemos empero, los viejos reaccionar contra ese desalentador sentimiento, no dejándole ascender desde el corazón a la mano. Si eres labrador, pide a Dios que te sorprenda la muerte plantando un árbol; sí eres escritor, ruégale que la implacable te fulmine con la pluma vibrante, reclinado sobre las albas cuartillas, el más bello de los sudarios. Notorio es que cuando menos vida nos queda, más tenazmente nos apegamos a ella. Pero vivir es Crear". Estas hermosas palabras del médico y científico español tienen un mayor valor porque fueron escritas y pronunciadas cuando ya tenía 80 años de edad.
Por otra parte, las personas vitales y con fe en YHAVÉ, independientemente de su edad, no estarán preocupadas o ansiosas por la edad que tienen, ni de qué edad morirán, porque la Biblia asegura (y es real), que Dios le llenará de alegría el corazón en cualquier edad.. "No recapacitará mucho sobre los días de su vida, porque Dios llenará su corazón de alegría". (Eclesiastés 5:19. Versión Biblia de Navarra).
Las personas vitales y con fe en YHAVÉ no estarán preocupadas o ansiosas por la edad que tienen, ni de qué edad morirán. Fuente externa |
El gran pelotero dominicano Julio César Franco, era tratado con relativo cinismo por los periodistas deportivos norteamericanos, debido a que él se mantenía con bastante edad jugando béisbol profesional en las Grandes Ligas, y seguía siendo muy productivo. Y ocurría con una frecuencia inusual que la primera pregunta siempre era la misma: ¿cómo podía mantenerse productivo, siendo un "viejo"? Y su respuesta sin inmutarse, también siempre era la misma: La edad solo es un número. Y eso a mí no me afecta. Quien esto escribe fue compañero de trabajo de él, por la inolvidable oportunidad que me dio quien en la actualidad es nuestro comisionado de béisbol profesional, Junior Noboa, de trabajar como médico-psicólogo con las Estrellas Orientales, en la época en que Teté Antún era el presidente de ese equipo. Y pude comprobar que la ética de trabajo de Franco era sencillamente admirable, al igual que la de Adrián Beltré, que era nuestra tercera base. Por eso triunfaba Franco aunque dijesen que era un viejito.
Ya sabemos que la Asamblea General de la ONU, en 1990, escogió de manera arbitraria la edad de 60 años para marcar el inicio de lo que conocemos actualmente como adultos mayores. Ramón y Cajal, Julio Franco y quien esto escribe les diríamos a ustedes: No hagan caso a eso, porque tan solo es un número. Y para poner un ejemplo les compartiré que el autor de este artículo tiene un hermano y amigo periodista, quien al cumplir precisamente 60 años publicó un artículo titulado: Un sesentón "intolerante". Sin embargo, ese título no es indicativo de un estado afectivo melancólico por llegar a la edad de adulto mayor, sino que es una genialidad con cinismo fino, porque en realidad es una manera de burlarse de sus 60 años. Y puede hacerlo, porque ese número en lugar de frenar su vitalidad, ha sido todo lo contrario, se encuentra en un momento de su vida en el cual disfruta muchísimo más de "aquellas pequeñas cosas" como dice Joan Manuel Serrat en aquella hermosa canción, o sea, disfruta más ahora que cuando tenía 40 años. En ese artículo entre muchas cosas importantes dice: "Consciente de que queda menos tiempo para vivir". Esa es una expresión que se ha popularizado en las personas que pasan de los 50 años, pero desde el punto de vista bíblico es incorrecta, debido a que YHAVÉ directamente dice: "No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne; mas serán sus días ciento veinte años". (Génesis 6:3). O sea que YHAVÉ desea que podamos vivir 120 años. Y es muy probable que al leer eso, personas como el muy reconocido y famoso doctor Guerrero Heredia y otros ateos, se digan mentalmente: Lo cierto es que estos fanáticos religiosos cada día que pasa hacen cosas que no tan solo dan deseos de desternillarse de la risa, sino que también nos hacen comprobar que padecen de un delirio religioso incurable. Es probable que usted amable lector piense: "lo cierto es que el autor de este artículo es quisquilloso y buscapleitos". Responderemos que no es así, y le compartiremos que por mi artículo anterior titulado: Nietzsche vs Jesucristo, el famoso doctor Guerrero Heredia reaccionó molesto por el contenido, el cual estaba basado, no en palabras mías, sino en las propias palabras de Nietzsche tomadas de varios de sus libros. En esencia me decía en audios, más o menos lo siguiente: "Hermano, tu fanatismo religioso, y tu cerebro de guardia, y en metamensaje agregaba... y tu horrible cara de guardia, no te permiten percibir lo grandioso que ha sido Nietzsche para la humanidad". Le respondí de manera amable que "Para mí lo importante es que desde que nos conocimos, precisamente en el Hospital Central de las Fuerzas Armadas (donde laborábamos con nuestro cerebro de guardia, y donde precisamente él hizo su pasantía médica conmigo, antes de partir a hacer su especialidad que tanta fama le ha dado), siempre me has tratado con afecto". En honor a la verdad debo decir que con mucha amabilidad que considero inmerecida, me escribió: Así es manito.
El asunto es que eso de los 120 años no es delirio religioso. Y para comprobarlo, usted tan solo tiene que poner en Google más o menos así: científicos aseguran que para 2045 la expectativa de vida será de 120 años. E inmediatamente le saldrá un montón de información -incluso del Pentágono- que le hará comprobar que no es un asunto delirante.
En un artículo de Yudelka Domínguez, en el Listín Diario, de fecha 1/10/ 2024, nos relata que nuestra Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) asegura que 3,920 adultos mayores tenían o pasan de 100 años. Y que las expectativas de vida están en un promedio de 75 años.
Nuestra primera dama Raquel Arbaje y la vicepresidenta Raquel Peña, encabezaron un emotivo acto de premiación a adultos mayores. Es muy importante que usted sepa que tenemos excelentes hogares de adultos mayores en nuestro país, como por ejemplo: El Centro Geriátrico en Pontón La Vega, dirigido por Sor Teresa de Jesús Madera. El Centro Geriátrico Margarita Herrera en Jarabacoa. Fundación Manos Amigas de San Carlos, presidido por la licenciada Flor Jorge. Fundación Aris, dirigida por María Segura, en Catanga Los Mina.
Y tenemos otros que han dado un servicio loable, pero que en la actualidad por desidia burocrática de las autoridades sanitarias, la calidad ha mermado, lo cual motivó un editorial en fecha 2/10/2024, del director del periódico Listín Diario, Don Miguel Franjul (la palabra Don en España no se refiere a adulto mayor, sino que es un título nobiliario), titulado: "Un poco más de cariño para los ancianos de SFM”.
Hay otros hogares de adultos mayores que gozan de mucha fama, pero no me consta que hagan una buena labor.
Finalmente para los que nos puedan creer delirantes, les informaremos que existen cinco lugares en el mundo donde casi todos sus habitantes pasan de los cien años. Estos son Cerdeña (en Italia), Okinawa (en Japón), Nicoya (en nuestro cercano Costa Rica), Icaria (Grecia) y Loma linda (en California). Entre esos hay dos características contrapuestas que deseamos resaltar, 1) los habitantes de Cerdeña no hacen dieta, ni pasan mucho tiempo en gimnasios -ya hemos publicado que en realidad solo es necesario caminar de manera suave durante 20 minutos en su misma habitación, por cinco días a la semana. Los habitantes de Cerdeña son comilones y fiesteros. 2) en cambio los de Loma Linda se destacan por una gran fe y una vida apacible.
Conclusión: Lo Importante es que usted disfrute la vida de acuerdo a su personalidad, y así la edad solo será un número.
El autor es psiquiatra y general (R) del Ejército
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