Enfoque
Por Felipe Román
Apreciado y amable lector, es muy probable que al ver ese título haya pensado que el autor de esta publicación no es perspicaz, debido a que sí lo fuese, sabría que la persona más relacionada con el tema de los sueños es Sigmund Freud, no Friedrich Nietzsche.
Freud publicó su libro "La interpretación de los sueños" el 4 de noviembre de 1899. Por eso en una publicación anterior planteamos que las personas ansiosas e inseguras suelen ser impacientes y adelantarse a los acontecimientos, casi siempre de manera fanfarrona, alardeando de aquello que solo tienen un conocimiento rudimentario. O sea, conocen que Freud publicó ese libro que lo hizo famoso y la fecha en que lo lanzó, pero es casi seguro que no hayan estudiado esa obra, ni otras relacionados con ese tema.
En cuanto a Freud, publicó ese libro que, si hubiese sido en estos tiempos y en nuestro país, entonces los descendientes de José -el de la Biblia- habrían podido acudir a la institución nuestra conocida como ONDA (Oficina Nacional de Derecho de Autor), e iniciar allí un proceso legal para recibir sus merecidos beneficios. La base para dicho litigio está en que todas las ediciones bíblicas hablan claramente de que José interpreta sueños (Génesis 40). Es importante aclarar que José no tan solo interpretó el sueño del Faraón -se asegura que era Sestoris II- sobre las siete vacas gordas y las siete vacas flacas, sino que antes de eso, ya había interpretado sueños a otras personas.
El asunto es que Freud era judío y ateo. Y como tal conocía los libros de la Torá, de los cuales el primero es Génesis, donde ya sabemos que está claramente titulado: José interpreta sueños. Y Freud sin ningún rubor y con marcado descaro titula su famoso libro “La interpretación de los sueños”.
No debe haber ninguna duda de que todos soñamos, incluidos aquellos que dicen que nunca lo hacen. Y Nietzsche relata en su libro “Así Habló Zaratustra” dos sueños.
Veamos el relato del primero: "¿De qué me he asustado tanto en mis sueños, que me he despertado? ¿No se acercó a mí un niño que llevaba un espejo? Oh Zaratustra -me dijo el niño- ¡Mírate en el espejo! Y al mirar yo al espejo lancé un grito y mi corazón quedó aterrado; pues no era a mí a quien veía en él, sino la mueca y la risa burlona de un demonio. En verdad, demasiado bien comprendo el signo y la advertencia del sueño: ¡Mí doctrina está en peligro, la mala hierba quiere llamarse trigo! Mis enemigos se han vuelto poderosos y han deformado la imagen de mí doctrina, de modo que los más queridos por mí tuvieron que avergonzarse de los dones que yo les había entregado. ¡He perdido a mis amigos; me ha llegado la hora de buscar a los que he perdido".
Es muy interesante la interpretación que hace Nietzsche de su sueño, una facultad que no es exclusiva de Freud y los personajes bíblicos, como José (Génesis 40) y Daniel, en su capítulo 4.
En este caso, Nietzsche lo hace estableciendo metáforas, con las parábolas utilizadas por Jesucristo. Así comienza asegurando que conoce bien el mensaje del sueño: Su doctrina está en peligro. Aunque realmente su doctrina, en lugar de encontrarse en peligro, se ha impuesto victoriosa, logrando -de múltiples maneras-, el alejamiento de muchos creyentes de las iglesias, y estableciéndose la secularización progresiva de la humanidad.
Nuestro protagonista para "demostrar" el supuesto peligro que corre su doctrina, lo hace así: "La mala hierba quiere llamarse trigo". De esa manera está haciendo una clara referencia a la parábola de Jesucristo, sobre el trigo y la cizaña (Mateo 13:24-30). En esencia en esa parábola los servidores le informan al patrón, que conjuntamente con el trigo, ha crecido la cizaña, y ellos le piden autorización para arrancar la cizaña. Ante eso el patrón responde: "No, no sea que, al recoger la cizaña, arranquen a la vez al trigo. Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega. Y al tiempo de la siega, diré a los segadores: Recojan primero la cizaña y átenlas en gavillas para quemarlas, y el trigo recójanlo en mi granero". (Mateo 13: 29-30. Versión Biblia de Jerusalén latinoamericana).
En la interpretación de Nietzsche, los creyentes somos la cizaña, para el "trigo" de su doctrina.
No debe haber ninguna duda de que todos soñamos, incluidos aquellos que dicen que nunca lo hacen. Fuente Externa |
Otro aspecto es que en su sueño el niño -que simboliza la inocencia y la pureza- le pide a Zaratustra-Nietzsche, que se mire al espejo. Y eso es muy importante, porque todos sabemos que un espejo refleja nuestra imagen real, pero lo que muchos ignoran es que el espejo -sueño- es un reflejo de cómo nos visualiza nuestro inconsciente. Y por eso Zaratustra-Nietsche nos dice que al mirarse en el espejo quedó aterrado porque no se veía él sino la mueca y la risa burlona de un demonio.
Como los ateos se enojan de una manera inconmensurable cuando un creyente -para ellos fanático y descerebrado- comete lo que ellos consideran una osadía y atrevimiento incalificable de referirse a Nietzsche. Entonces por esa razón quien esto escribe no abundará explicando por qué Nietzsche en lugar de "ver" su rostro reflejado en el espejo observa la mueca y la risa burlona de un demonio, lo que dejaremos a su propia interpretación.
Nietzsche asegura también que sus enemigos se han vuelto poderosos y han deformado la imagen de su doctrina. Y ya sabemos que es todo lo contrario, los poderosos están logrando una descomposición mundial. Y ya no es una penetración social subrepticia, sino que claramente es como sí el "mundo estuviese patas arriba". Así, por ejemplo, ya los alumnos no respetan a los maestros como ocurría en el pasado reciente, y eso es tomado con naturalidad por la sociedad. Además, el concepto de amor a la patria se ha vuelto tenue y difuso. Y muchas cosas más, a tal punto que en ocasiones da la impresión de que estamos viviendo como alertaban nuestros ancestros: "Como chivos sin ley".
En realidad, los débiles somos nosotros, porque no nos unimos, mientras los nietzcherianos y otras corrientes ideológicas parecidas, sí lo hacen, con la satisfacción de percibir como la secularización se está imponiendo poco a poco.
Nietzsche finaliza su "interpretación" de este primer sueño con la pérdida de amigos. Con esas palabras hace referencia de manera metafórica a la parábola de Jesucristo denominada: De la oveja perdida (Lucas 15:3-7). Debe quedar completamente claro que las referencias metafóricas de Nietzsche a las parábolas utilizadas por Jesucristo al "interpretar" su sueño, en realidad son palabras cargadas de un cinismo fino, complementado con un lenguaje socarrón.
El segundo sueño que describe Nietzsche es muy extenso y, por razones de espacio, solo tomaremos algunos fragmentos. Veamos: "Oíd el sueño que he soñado amigos, y ayudadme a adivinar su sentido”. Un enigma continúa siendo para mí este sueño; su sentido está oculto dentro de él. Aprisionado allí, y aún no vuela por encima de él con alas libres. Yo había renunciado a toda vida, así soñaba. En un vigilante nocturno y en un guardián de tumbas me había convertido yo allá arriba en el solitario castillo montañoso de la muerte. Allá arriba guardaba sus ataúdes; llenas están las lóbregas bóvedas de tales trofeos de victoria. Desde ataúdes de cristal me miraba la vida vencida. Un espanto horroroso se apoderó de mí; me arrojé al suelo y yo grité de horror como jamás había gritado. Pero mi propio grito me despertó -y volví en mí-. “Así contó Zaratustra su sueño y luego calló; pues aun no sabía la interpretación del mismo".
Antes de hablar de la interpretación de ese sueño de Nietzsche -usando a su personaje Zaratustra- como nos dice el inmenso escritor Don Miguel de Unamuno en su libro “Vida de don Quijote y Sancho”: "Estoy avergonzado de haber alguna vez fingido entes de ficción, personajes novelescos, para poner en sus labios lo que no me atrevía a poner en los míos y hacer decir como en broma lo que yo siento muy en serio”.
En cuanto a los sueños, ya sean agradables o angustiosos -como los de Nietzsche-, siempre tendrán en cualquier persona el mismo origen o causa: Solo soñamos aquello que deseamos o aquello que tememos. El problema está en que aquello que verdaderamente deseamos o tememos, es un material que suele encontrarse reprimido en el inconsciente. Y esa es una de las razones de que el soñante, como en el caso de Nietzsche, intenta hacer la interpretación del primer sueño, pero se declara incompetente para interpretar el segundo, debido a que nos dice claramente que lo considera terrorífico.
Existe una situación que podría considerarse cuasi cómica o paradójica con las personas altaneras, arrogantes y petulantes como Nietzsche. Para comprobar que él es así solo hay que leer su libro “El ocaso de los ídolos”, y ahí podrá percibir que tan solo habla con relativo respeto de Schopenhauer, Goethe y Hegel. A todos los demás los menosprecia y se burla de manera cruel de ellos.
El asunto es que las personas altaneras, cuando tienen sueños angustiosos adquieren la capacidad de comportarse como si padecieran un síndrome post traumático afectivo, y muchas suelen pasar varios días, no tan solo preocupadas por el sueño, sino incluso con síntomas angustiosos. Por el contrario, cuando estos sueños ocurren en una persona sencilla de uno de nuestros barrios populares, como San Carlos, Villa Duarte, Villas Agrícolas, Los Mina y Capotillo, estos suelen hacer su "Interpretación”, diciendo con la mayor naturalidad “Parece que la cena no me cayó bien, porque tuve un sueño rarísimo”. Y ya no vuelve a hablar de eso porque no lo considera preocupante. E incluso más aun, en la mayoría de los casos, el soñante y su interlocutor, se ponen a "armar el sueño" para jugar un palé en las loterías.
En conclusión, la clave para tener sueños agradables y reconfortantes -no como los sueños angustiosos de Nietzsche-, es que usted sea una persona sencilla y auténtica.
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